Los milagros de Jesús y la fe

El libro de Marcos nos muestra en repetidas veces que la fe se encuentra presente cuando el Maestro realiza algún hecho sobre natural o milagroso. La fe puede manifestarse de manera explicita o implícita en aquel o aquellos que acuden ante Jesús para recibir algo de él, observamos que van a él con la confianza de quién es, en pocas ocasiones apreciamos que se realice un milagro y la multitud crea en la naturaleza del Cristo.

A continuación analizaremos algunos relatos que nos ayudarán a clarificar el tema.

La falta de fe: ¿impedimento para el obrar de Dios?

Uno de los pasajes más utilizados para apoyar ésta idea se encuentra en (Marcos 6:1-6), se nos relata que Jesús regresa a Nazaret y no puede realizar ningún milagro, aparentemente esto se debe a la incredulidad de la gente. De ser así, podríamos concluir que Jesús se encuentra condicionado por la fe del ser humano y sin ella su poder se ve limitado.

La realidad es que Jesús siempre se negó a realizar actos maravillosos de manera arbitraria (Mr 8:11-13). Marcos nos dice que sí sano a algunos enfermos allí, pero como sabemos su obra iba más allá de hacer milagros, esto no estaba acorde con su misión principal de proclamar el evangelio del Reino de Dios (Mr 1:14-15), ante la negativa de la gente, era inútil la realización algún milagro.

Milagros sin fe
Como ya se analizó, Jesús es soberano en el tema de los milagros, su actuar no está condicionado por alguna circunstancia o algún factor. Muestra de lo anterior son los siguientes ejemplos:

  • El hombre endemoniado en la sinagoga de Capernaúm (Mr 1:21-26).
  • El hombre de la mano seca (Mr 3:1-6)
  • El endemoniado gadareno (Mr 5:1-20)

En los ejemplos dados, no encontramos rastros de fe por parte de quienes recibieron el milagro, aún así Jesús realiza la obra en ellos con la finalidad de mostrar algo más de sí mismo, al mismo tiempo que restablece la vida de ellos.

Fe implícita

Quizá uno de los pasajes que mejor retrata éste tipo de fe, es el relatado en el capítulo 1 del libro de Marcos, versículos 40 al 45. Un hombre enfermo de lepra se allega al Maestro, su actitud lo dice todo, el leproso ruega y se arrodilla ante el Mesías, reconociendo que él tiene el poder para sanar; una vez limpio, se le encomienda que vaya ante el sacerdote y ofrezca el sacrificio establecido en la ley, para testimonio a ellos.

Podemos observar que el leproso acude a Jesús con fe, su sanidad sólo confirma lo que él ya sabía del Señor.

Fe explícita

Podemos hallar distintos pasajes en Marcos que nos muestran claramente la confianza de las personas depositada en la persona de Jesús. El capítulo 6, relata la historia una mujer enferma, ella había padecido hemorragias por un lapso de 12 años, su condición era muy frágil, ya que según la ley ella era impura, además de encontrarse en banca rota debido a sus contantes intentos por sanar, había gastado todo sin ningún resultado que aliviara su dolor.

A lo largo del desarrollo de esta historia, vemos a la mujer haciendo todo lo posible para tan sólo tocar al Maestro, que le regresará a la vida en todos los aspectos. Jesús reconoce que es la fe de ésta mujer, puesta en él, la que le ha traído no solo salud, sino salvación y paz.

Conclusión

Estas señales realizadas por Jesús, son justo eso, señales que apuntan a ver más allá del mismo hecho, nos deben conducir a reconocer que efectivamente Jesús es el Mesías prometido. Como lectores del evangelio, no podemos sólo quedarnos en el asombro o en la impresión de los hechos narrados, debemos dar una respuesta ante la pregunta del Maestro.

«Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo». Mr.8:29