Aprendiendo de Jeremías

Hace dos años visité por primera vez Citlali e hice varias amistades. Este año, el campamento regional, esperaba volver a ver a mis amigos pero fueron pocos; sin embargo, es fabuloso ver cómo Dios sigue obrando en nuevos corazones.

Me encanta cómo Dios habla a mi vida y en ello veo su misericordia. Esta vez en el campamento, fui alertada a no darle importancia ni depositar mi confianza en las ganancias de mi trabajo, mis calificaciones o mis propios planes en el futuro cercano; a veces esas cosas roban mi atención de enfocarme en Dios.

Por otro lado, también fue grato recordar que Dios no está esperando que yo cumpla una lista de cosas, sino que anhela esa relación directa conmigo, antes que todo; también que debo abandonarme totalmente a Su poder y voluntad, aunque sinceramente me gusta tener el control. También aprendí que debo denunciar lo que está mal y orar por el bienestar de mi ciudad.

En los grupos pequeños, aprendí de mi líder el cuidado personal que debo tener con cada integrante; me fascinó ver a la chica más joven del grupo orando con tanta pasión en su corazón; escuchar a otros abrirse y contarnos sus aflicciones y a otros más admiré porque, a pesar de sus ansias, siguen esperando en Dios. Pudimos orar unos por otros.

En el taller entendí ciertos aspectos de mi cuerpo que desconocía y los límites que puedo marcarme; en efecto, todo tiene su tiempo y no debo inquietarme.

Bitia Izquierdo

Estudiante de Arquitectura en la ESIA, Tecamachalco