Santiago nos motiva a actuar

Este semestre estuvimos trabajando con la carta de Santiago en la célula de estudio bíblico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. La lectura nos llenó de desafíos y de convicción. Pudimos compartir reflexiones e intercambiar ideas, aprendiendo juntos en cada estudio más de la palabra de Dios. Ahora queremos compartir algunas reflexiones surgidas de la célula

Santiago nos motiva a actuar

El libro de Santiago nos motiva a actuar. El autor exhorta a la iglesia a vivir por nuestra fe, nos enseña que la fe por sí sola no tiene valor, la fe se muestra mediante actos hacia los demás, cumpliendo de esta manera el mandamiento supremo de amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Es este uno de los puntos centrales del cristianismo. La vida del creyente no se limita a un amplio conocimiento de ritos y preceptos religiosos, se trata de vivir y practicar nuestra fe; compartir y ayudar a nuestro prójimo. Es por ello que Santiago nos llama a ser hacedores de la palabra, primero pedir sabiduría para que podamos asimilar e interiorizar la palabra y así cada acto sea un acto natural de aquel que confía en Cristo.

Otro punto central que encuentro es el llamado a cuidar la lengua, un arma poderosa de dos filos que en un descuido puede destruir la vida de otros. Me gusta la forma en que Santiago menciona que el ser humano ha sido capaz de dominar su medio y a otras especies, pero que a veces no es capaz de dominar su propia lengua. Aumenta la importancia de la lengua al decir que con la misma boca alabamos a Dios y juzgamos y maldecimos a nuestros hermanos y prójimos. A mí me hizo reflexionar esta parte porque es verdad que no es posible que dos tipos de intenciones salgan del mismo lugar y como creyentes debemos pedir sabiduría a Dios para que seamos cuidadosos. Un creyente no puede tratar de gozar lo mejor de dos mundos. Es decir, no puede llamarse un seguidor de Cristo y al mismo hacer cosas que no manifiestan una cercanía con el Señor, es verdad que no somos perfectos y fallamos constantemente, pero si nos mantenemos en comunicación constante con Dios podemos disfrutar de una vida en santidad y todos nuestros actos serán por naturaleza, agradables a Dios.

El último aspecto importante que me llamó la atención de Santiago es la importancia que tenía para su vida la oración. Es creo yo, lo más importante de la vida del creyente. De esta manera no solo podemos pedir de acuerdo a nuestras necesidades y deseos, sino que podemos saber también qué es lo que quiere Dios en un momento determinado o para nuestra vida en general. También debemos ir arrepentidos por nuestros pecados diarios, confiados en que él nos perdona y nos puede ayudar cada día a vivir con sabiduría. El estar en oración constante es lo más hermoso de ser creyente pues no hay nada mejor que recibir consejo, aliento, dirección y paz de Dios.

Espero podamos aceptar el desafío de Santiago de manifestar nuestra fe no solo mediante palabras sino con hechos y vivir concentrados en Dios y no en nosotros pues tal como dice el autor, nuestra vida es una neblina.