Durante su ministerio, Jesús de Nazaret se refiere a sí mismo como el camino al Padre. Todo el que quiere llegar al Padre, en Jesús encuentra el único camino. Para los cristianos, Jesús representa un estilo de vida a seguir, un camino inaugurado para la humanidad. Jesús abre un camino, porque enseña cómo el ser humano puede ser plenamente ser humano, tener paz, salud, libertad y contacto con Dios. El encontrar al Padre es la razón por la que corremos todo el tiempo. Todos le buscan aquí en la tierra, le buscamos, corremos de un lado para otro, no vemos claro, como si anduviéramos buscando entre altas flores que no dejen ver. Pero Él se ha acercado, se ha acercado para enseñar. Jesús se convierte entonces en la posibilidad real de que el ser humano encuentre a Dios. Esta posibilidad se hace clara en la vida de Jesús.
Su estilo de vida es camino a seguir para que el ser humano descubra en realidad lo que Dios quiere para él. Jesús enseña un camino para la vida del hombre que lo lleve a su dignificación y liberación, a estar en unidad y comunión con Dios. Jesús es el camino al Padre, y nos invita a caminar con él en la senda que nos llevará a vincularnos con todo lo que Dios ha creado y ha visto que es bueno. Jesús abre un camino. Con Él, hay un para qué vivir; sin Él, estamos sin rumbo. Hay un para qué estudiar, trabajar, tener una pareja, iniciar una familia, vivir. El camino que Jesús representa es el camino del amor, que nos da vida plena. Es, además, un camino que no se puede tomar por obligación, sino por convicción. Jesús abre una senda para el hombre, enseñándonos una forma diferente de vivir, una forma diferente de relacionarnos y ser pueblo.
Los perdidos ya no tienen por qué estarlo. Ya no estamos vagando, ni buscando en el desierto, sin saber a dónde ir. Tenemos un rumbo fijo: el Padre. Tenemos una brújula perfecta: el amor. Tenemos un camino dibujado: es Jesús viviendo entre nosotros, muriendo y venciendo a la muerte.
Comprender la realidad del camino que Jesús significa no puede ser un secreto. Sabemos bien que nadie prende una lámpara para guardarla dentro de un cajón. Tenemos un llamado en la universidad: compartir las buenas noticias de que hay un camino nuevo, que conduce al Padre. No podemos quedarnos quietos, tenemos una gran noticia. La vida tiene sentido, existe un camino que da salud, no hay que seguir estando sin rumbo, somos parte de un pueblo con historia y necesidades que pueden ser resueltas; somos parte de un proyecto de construcción de un futuro diferente, no existimos en balde.
En este camino hay una alternativa de vida que tenemos que compartir a los estudiantes que tenemos cerca, porque son buenas noticias para todo el pueblo, de gran alegría para todo el pueblo. Jesús es el camino en el que vamos descubriendo verdades fundamentales para vivir. Tu vecino no es tu enemigo, es tu hermano. Tu vida no consiste en la abundancia de bienes que posees. Tu pareja no es tu juguete, es con quien compartes toda tu vida y construyes un futuro mejor, un proyecto de familia. No tienes que competir con todo mundo ni pasar por encima de los demás. No tienes que controlarlo todo. La naturaleza no es algo de lo que te tengas que alejar, sino que somos creación de Dios con ella.
Tiene sentido aprender, con tu trabajo puedes lograr grandes cosas que dignifiquen la vida de tu pueblo. El camino de la solidaridad nos hace fuertes, nos hace construir nuevas realidades. El amor es más revolucionario que la violencia, porque vence a la muerte misma.
Jesús es Dios mismo inaugurado un camino nuevo, Él es el camino. Dios, haciéndose gente con la gente, en Jesús, nos enseña que el ser humano puede ser libre. Se puede seguir este camino, con todas las dificultades que represente. En efecto, el que se decide a caminar en el camino que es Jesús lo debe arriesgar todo, lo debe entregar todo por los demás. Dar la vida por los amigos, amar a su prójimo como a sí mismo, renunciar a sí mismo y su propia pretensión de sabiduría para encontrar al otro, al diferente, como amado por Dios, como hermano en necesidad o compañero en el camino. No podemos dejarnos solos el uno al otro, caminar con Jesús significa vincularnos con los demás, con nosotros mismos y con Dios. Es darnos cuenta de que Jesús mismo nos acompaña, para alcanzar a todos aquellos que estén perdidos, sin rumbo.
El camino de Jesús es el camino del solidario, del que se acerca a los enfermos, a los dejados fuera. Somos parte de un pueblo en movimiento, que sigue avanzando y no se detiene. Caminar es preciso, es necesario ya. Jesús nos acompaña. Sigamos adelante, siguiéndolo en el camino, y abriendo caminos nuevos. Dios ha abierto el mar ante nosotros una y otra vez, siempre desde que nos hizo su pueblo, y tenemos la seguridad de que lo hará de nuevo. Pero no hay que quedarse quietos, tenemos un mensaje muy importante que decir a todo el mundo, y son buenas noticias que dan vida: existe un camino diferente.
Hay esperanza, el hombre no es arrojado al mundo en soledad, no es abandonado a su suerte, Dios se ha acercado, inaugurando un camino que nos invita a seguir ya. Ponte a caminar.