Al iniciar el campamento mis expectativas estaban puestas en cómo iban a ser las cosas, cómo predicarían, de qué hablarían, cómo iba a ser la convivencia entre los hermanos. Es cierto que Dios habló a mi vida con esas palabras de amor haciéndome saber que había actitudes en mi corazón que no son correctas.
En días anteriores al campamento estaba asistiendo al instituto bíblico de la iglesia a la que me congrego y aunque nos advierten que todo ese conocimiento no es para enorgullecernos sino para entrar en una relación más íntima con Dios, en el diario vivir con la rutina no había hecho la oración de Salmos 139:23-24: “Examíname oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en el caminos de perversidad, y guíame en el camino eterno” y creía que todo estaba bien con Dios pero me estaba volviendo tan religiosa.
Al llegar al campa y dieron las reglas, el horario me pareció muy bien y que no se toman a la ligera el organizar un evento así. En las conferencias al principio estaba tan interesada que predicarán bien, que no sacarán textos de su contexto, pero me sentía incomoda, incomoda con las cabañas, con lo que decían, a pesar de que sabía que estaban respetando la sana doctrina, y fue cuando me di cuenta que había orgullo en mi corazón y me arrepentí delante de Dios porque era necesario que tenga un corazón sensible a su voz; y verdaderamente me cayó el veinte que mi mente finita jamás conocerá en totalidad al Dios infinito, que conoce mi corazón, mis pensamientos y lo más profundo de mi ser. Así que no hay porque pensar que se lo suficiente o que sólo en la congregación en la que asisto predican bien.
El taller que tomé despejo varias de mis dudas, el tiempo de devocional me ayudo y que todo el tiempo se estuviera meditando en las escrituras, Dios habla y afirma lo que demanda de nosotros y efectivamente no estaba siendo luz ni sal en el medio donde me relaciono con los demás.
Es triste cuando me desvío del camino recto, porque es tan fácil irse por argumentos tontos que sólo hacen alejarme de Dios, pero Él tan lleno de misericordia corrige y su gracia que cambia corazones y estoy confiada en Él que es fiel.
En cuanto a la convivencia hice muy buenos amigos, me divertí con las actividades y fueron momentos especiales para mí. En el último día platicando con los hermanos del estudio bíblico vinieron a mí una reflexión con respecto al día que hubo mucho frio y viento.
Era martes amaneció todo nublado y hacia mucho frio, en el comedor estaba cómodo y cálido, pero al querer ir a la cabaña, al abrir una de las puertas laterales entraba una ráfaga de viento que me hacía pensar “mejor me quedo aquí” pero no podíamos quedarnos ahí. Cuando ya estaba en el camino hacia las cabañas agarraba fuertemente mi chamarra y caminaba en contra del viento que me hacía temblar de frio, y solamente pensaba ya voy a llegar.
Y esto lo comparé, el comedor podría ser el campamento que si me hace sentir muy cerca a Dios, me estaba alimentando; pero pensaba en cómo es regresar a casa ir contra el viento de argumentos que hay en la escuela, en la casa por lo familiares no convertidos, pensar si mis cimientos verdaderamente estaban bien fundados en la roca ya que cualquier vientecillo me podría llevar, finalmente seguir caminando con el pensamiento de que algún día Jesús vendrá y que más que vea una iglesia consagrada caminando contra corriente que no se ajusta a los interés de este mundo y que sólo tiene la mirada puesta arriba en lo eterno.
Tal vez no era ese el propósito con que el organizaron el campamento, pero los propósitos de Dios son aún más altos que el de nosotros y sabe cómo hablar a cada uno de sus hijos.